Un hilillo de voz.
Me pasa a veces que me escucho hablar y tengo la sensación de que ya he terminado. Expongo mis razones como si hubiera comprendido el juego de la vida, como si mi perspectiva fuese la única y correcta para ver el mundo. Coartar así mi perspectiva me llena de dogmas, encierra mi contexto y me hace poseedor de una sabiduría que no es mía, de una visión sesgada y parcial de una realidad más amplia de la que me gusta asumir. Padezco entonces las consecuencias y no me queda otra que enfrentar a personas y hechos que contradicen mi punto, siento la punzada del dolor, a mí cerebro creando defensas y químicos para doblegar a la realidad, para darme la razón en cualquier cosa que ocurra, como si los hechos en esta existencia tuvieran un patrón que debiera encajar en mi cajita, hecha a medida, en mi cama de Procusto particular. Por fortuna escucho una voz dentro de mi, un hilillo tímido, un susurro que cada vez está más presente y al que cada día trato de dar lugar. Una voz pura y serena, c...