Rodando por Galicia.

  Después de unos meses de poca actividad mototuristica, decidí premiarme con una de esas rutas "rompeculos", un plan por el norte de la península, con destino final en La Rioja y pasando por Orbaneja del Castillo, cuatro días de turisteo motero con mi pareja.
    Pero por diversas circunstancias, se fue modificando hasta lo que finalmente  fue: una ruta que nos llevó a recorrer las cuatro provincias gallegas, con un poquito de cultura, un poquito de marisco, mucho calor, muchas curvas y...mucho dolor de culo...

   Viernes

 El viernes, como es norma, no salimos a la hora prevista, tampoco el clima nos era propicio por estos lares; rachas de viento y chubascos, el tiempo de Google sin "mojarse" nada, la indecisión de enfundarse el traje de aguas o no, en fin, retrasos que nos pusieron en ruta casi a las cuatro de la tarde y que nos llevaron a ritmo tranquilo hacia Viveiro, pueblo que nos coloca al pie del puerto de la Gañidoira, que, en otras circunstancias climáticas siempre es un placer subir, pero que el viernes se me antojaba prescindible. En esas circunstancias llegamos a Guitiriz, por un pedazo de carretera secundaria ( en toda regla...) desde Cabreiros donde tras un café decido ponerme el pantalón impermeable, ritual que como todos sabemos, provoca que la lluvias se retiren y salga el sol, así que con intervalos nubosos y dos pantalones salimos hacia Teixeiro y esa poco recomendable carretera que nos lleva a Santiago de Compostela. Son pocas las veces que he pasado por allí que no haya visto a un tipo acabar el adelantamiento a punto de estortarse con un camión o algo así, y ese día un señor con muy buena maña, buen coche pero mal criterio, me hizo "feliz" adelantando a tres coches y un camión, con un idem de frente, para que lo pudiéramos disfrutar.
    Con esas llegamos a Santiago, tomamos la autovía y sin novedades, nos plantamos en Pontevedra.  Es la primera vez que veo la ciudad desde dentro, y la verdad, me gustó. Tiene zonas verdes y calles amplias, trafico fluido y bastantes aparcamientos.
   Buscamos el objetivo en Pontevedra, que no era otro que el denominado "mejor restaurante italiano fuera de Italia", Il Piccolo, un hotel por cerca y las callejuelas sin aparcamientos que de repente me recuerdan que vivo en un pueblo pequeño y siempre aparco frente al portal... Así que retiro de la frase anterior la parte de "bastantes aparcamientos"
   Cena genial, recomendable la pizza de jamón con rulo de cabra y miel. La atención muy buena, y, aunque no hubo problemas, es recomendable hacer reserva. El hotel, supongo que  como todos pero cercano, con una cama XXL (daba para jugar a lo que quieras) con desayuno bufe y con garaje que amablemente no nos cobraron, por ser moto y no ocupar una plaza, pero un detalle de todas formas.

 Sábado

 El desayuno nos pone las pilas para el siguiente tramo, esta vez por autopista hacia Nigrán, donde, con sumo gusto, nos salimos para continuar por la carretera nacional.  Salirse de la autovía en dirección al mar deja en tu pupila unas vistas magníficas en un día despejado como este y después de perdernos en medio de una urbanización, decidimos tomarnos un café en Baiona, (no vaya a ser que se nos acumulen demasiados kilómetros) frente a la fortaleza y el puerto, un lugar que no me canso de visitar, precioso y recomendable.

Las impresionantes vistas del Monte de Santa Tegra, con el vecino Portugal de fondo

 
    Mientras nos subíamos a la V una pareja de alemanes nos saludó. Y no tendría nada de especial un saludo entre moteros, pero me llamó la atención su vieja K 100 y su equipamiento, practico, gastado, sobrio. Por un momento ,me quedé mirándolos dese dentro del casco, en ese viaje desde tan lejos, sin intercomunicador, sin Gore Tex, sin ABS, sin logotipos estrellados ni asientos "anatómicos" y lo importante que es lo fundamental si quieres viajar en moto: tener ganas.
     Como en una de esas pelis de persecuciones francesas, la sinuosa PO-552 nos deja en La Guardia, no sin antes mostrarnos ese pedazo de costa sin dejar prácticamente de ver el mar. Allí, perfectamente señalizado aunque interrumpido por el mercado dominical, tomamos el acceso hacia el monte, una impresionante atalaya natural sobre la que se asienta el Castro a unos 300 metros de altura.  Allí decidieron nuestros menos famosos ancestros ponerse a construir mientras los mas populares egipcios levantaban sus pirámides a la vera del Nilo. Así hasta que llegaron los "capitalistas" romanos y bueno... ya sabemos lo que pasó. En lo alto bastantes motos, se notaba un agradable batiburrillo de acentos y monturas.

Una de las callejuelas de Combarro.
 
        Por cierto, al subir te cobran un euro y te dan un triptico (que amablemente Yanet devolvió a la salida ) con entrada al museo gratuita. decidimos bajar al pueblo y tomarnos un merecido refrigerio, después, eso si, de recorrer las callejuelas del pueblo para llegar al puerto, donde tienes una serie de restaurantes donde saciar tus necesidades gastronómicas. Allí, frente al mar, hicimos una concesión al marisco, degustando un salpicón de langosta y buey, riquisimo y carisimo,  pero bueno...otro día iremos a comer al LIDL... Ya iniciada la tarde dejamos atrás A Guardia, volviendo sobre nuestros pasos hasta salir de Vigo y visitar el pintoresco pueblo de Combarro, con sus peculiares hórreos junto al mar. No te llevará demasiado tiempo visitarlo y es francamente bonito. Eso si, si te dejas "aconsejar" por los numerosos vendedores de sus callejuelas, saldrás de allí con aguardiente, marisco, motivos celtas, zapatos de madera, hospedaje y una consumición en cada bar. Se toman lo de vender muy en serio.
     Después de disfrutar tranquilamente de sus calles y sus gentes, ponemos a la V en dirección Sanxenxo, por la costa, claro, a esta hora de la tarde los rayos del sol ya no molestan tanto y el trayecto se hace mas llevadero.
 De ahí a O Grove para saludar a un amigo que trabaja allí y con el que hemos quedado en el trabajo. Aquí llega otra recomendación: Restaurante Misturas. Después de buscar un hotel cercano, la muy necesaria ducha y ponernos ropa de calle, bajamos a cenar al restaurante; es un local no muy grande, pero muy bonito y acogedor. Hacen cocina innovadora con productos de la tierra y de calidad, asi que el resultado es de lo mas interesante, jugando con texturas, sabores y una presentación de primera. No en vano, su chef y propietario aprendió con los mejores. Tranquilos... no os vais a dejar los fondos reservados para salir bien cenados y puede que
aun os quede para tomar una copa por los alrededores antes de volver al hotel, o dos.

Domingo

  Durante el desayuno tomamos la decisión de ir a visitar las termas de Outariz, así que la ruta nos llevaría a Pontevedra y de ahí por la nacional hacia O carballiño y Ourense. Dejabamos para otra ocasión la visita a Campo Lameiro y sus petroglifos y disfutaríamos de un baño en las termas Ourensanas. La N-541 serpentea entre montañas y pueblos y nos deposita en Ourense a la orilla del Miño, como dejándonos en un sitio donde poder refrescarnos del asfixiante calor que reina allí. Y es que con el sol machacando por arriba y el agua caliente por abajo es una de las zonas donde se registran las mas altas temperaturas de la peninsula.
    Por alguna extraña razón no llegamos a las termas de Outariz, sino a las de A Chavasqueira, o no tan extraña, veréis: Google Maps nos mandaba 30 min para atras  en la moto y otro tanto caminando... Nos miramos, miramos las termas, la ducha, y nos pareció que aquello sería tan bueno como cualquier otra cosa que supusiera seguir vestido de cordura bajo aquel sol abrasador, sino mejor. Asi que acaparando completamente unos colgadores, nos pusimos en paños menores y nos sumergimos en aquellas aguas calientes y con un ligero olorcillo a huevo podrido. Si, se lo que estáis pensando sobre mi inteligencia y no se que mas, pero no veas lo bien que te quedas casi flotando, supongo que pòr el bajon de tensión y lo bien que sienta una ducha fresquita después. Vestidos de nuevo, damos cuenta de unas tostas en el bar para salir pitando en dirección Monforte, eso si, después de despistarme en un par de rotondas, puede que por efectos termales o el calor.

    La V quiso repostar en Guntin, después de la friolera de 410 km, solo le entraron en el tanque 18,5 litros, asi que le quedaban todavía tres y medio. No está nada mal para llevarnos a los dos, maletas llenas y baúl, nada mal. Con un considerable cansancio y dolor de cabeza nos tomamos algo en la gasolinera y continuamos el regreso a casa sin mas paradas. No fue de las rutas mas largas que hemos hecho, pero por alguna razón  si fue de las mas cansadas, puede que por llevar un casco poco "amoldado", por el calor, o quizás porque desde el principio me había planteado una ruta "para romperme el culo"...

 




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