Orgullo de lento.

  Seguro que habéis visto a esos moteros con sus trajes de cuero y sus rodilleras rozadas, sus incómodas motos superpotentes, su actitud de guardarse en la manga 10 segundos más o puede que  20 Cv´s. Hoy quiero representar aquí a los que, como yo, no piensan que una moto sean solo sus prestaciones y que la adrenalina sea solo el alimento de los que disfrutamos de las dos ruedas. Hay vida mas allá de la velocidad, aunque he de decir que no siempre fue así...

    Recuerdo aquellos inicios en los que con mi fantástica Suzuki Address 50 trataba de seguir a mis amigos con ciclomotores mas prestacionales. Jugaba con la desventaja de mi exceso de peso, de las pobres prestaciones de mi susi y de mi carácter mas bien tranquilote. Aun así, aquel scooter se dejó las sujeciones de la
mayoría de sus plásticos intentando que su piloto rozara en el asfalto con el pie en la plataforma, pero claro, antes tocaba el soporte de la pata lateral que le había instalado y el caballete, ambos elementos demasiado duros y con la mala costumbre de llevarme al suelo o fuera de la trayectoria elegida, por las carreteras comarcales mas retorcidas que rodeaban mi casa. Gajes del oficio....Recuerdo con un poco de añoranza las salidas, donde todo era una aventura, hasta el volver a casa sin que nadie gripara, la noche, el día, la distancia, la velocidad, el camino, la tumbada en no se que curva, etc, etc, etc.


    Cuatro años después, ya mayor de edad, una maravillosa Yamaha SR 250, se cruzó en mi camino. Esto ya eran cosas serias...pasaba de 100 (aunque no mucho) y era mucho mas estable, con lo que las carreteras se fueron abriendo y las salidas cada vez eran mas largas. Por aquel entonces era el rey, mas cerca de mis ídolos de cuero y cara de sobrados. Mis amigos se habían quedado en los ciclomotores - eran otros tiempos - y aunque podían ganarme algunos, lo hacían a costa de la vida de su motor. No seáis duros conmigo, ¿no pasa también en las carreras?. Dos años estuve con aquella moto, genial para ir a trabajar pero poca cosa para un piloto en ciernes como yo. Así que a la mínima la cambié por una destartalada GS, nooo, que no hacéis mas que pensar en las BMW... fue una destartalada Suzuki GS 500 E negra, que ya entró en mi vida con un aire mítico cuando el mecánico que fue a buscarla a Navia dijo que era la primera GS que había puesto a 200 km/h... También traía unos 70.000 km y un escape podrido, no veía el oxido de la pipa de la dirección ni los desgastes que tenía por doquier. A mi se me antojaba la GS mas cercana a la competición que existía. Con ella, a pesar de su poca protección aerodinámica, de su consumo de aceite y de que apenas se veía debajo de mis 140 kg, rodé mas de 40.000 km en dos años. Concentraciones, salidas, uso diario y curvas y mas curvas, tocar con el pie, con la estribera, etc. Una maravilla que cada vez que veía una recta quería ponerse a 200, donde fuese y como fuese y que , por cierto, no hace mucho, estaba rodando todavía. A veces, era incluso como mis héroes de cuero, usaba mi chaqueta de cuero incluso en el coche, llevaba las botas Alpinestars, incluso en bici...Los 20, una edad difícil, supongo.
     Los domingos solíamos salir tres motos, una Bandit 400, una CBR del 88 y yo, variando algunas veces el número de motos. El tramo casi siempre se repetía: Viveiro - Gañidoira- As Pontes - Pontedeume - Betanzos y vuelta por donde íbamos o por la costa y el ritmo era el mismo también, rapidillo. Bonito, ¿eh?, pues si, pero no tanto. Sin hacer demasiado hincapié en la cantidad de rectos y salidas de pista sin consecuencias que tuvimos y por tanto del peligro al que nos expusimos, aquello se hizo aburrido, y lo peor, que ya no sabia ir de otra manera.
     En esta tesitura, un resacoso domingo cualquiera después de ver una carrera de aquellas 500 que muchos ya no conocen, el voluminoso, racing y nunca bien ponderado Eduardo se puso su "chupa" de cuero roja, blanca y negra, sus guantes cortos y su Shoei blanco mientras calentaba aquel bicilíndrico, también
de 500 y puso rumbo a la Gañidoira, la vieja, antes de remodelarla, poseído sin duda por Scott Russell o cualquiera de sus amigos, apurando frenadas desde el mismisisimo cruce de su casa y adelantando a todo lo que estuviera delante, fuera en lo que fuera, entrando a 130 en una ese que nunca se le había dado bien y que aquel día tampoco....
    Allí, junto al cubo de basura que frenó a la GS después de que nos saliéramos en la primera curva, quedó el futuro tio rápido, sus ansias de tocar con los miembros en el asfalto quedaron totalmente satisfechas y hasta el día de hoy no han vuelto a presentarse. Lo pagó la estupenda VFR750 que tuve después, la moto que mas tiempo tuve y con la que menos rodé. Ya ves, toda mi juventud queriendo ser uno de esos "idolos de cuero" y ahora que lo era, no me sentía bien...Aquello ya no era lo mío, pero si lo de mis amigos, así que después de ocho años y poco mas de 30.000km la vendí, casi sin pena.
               
                                                                                                                                                                                         Para mi fue un periodo agridulce, desvinculado de un mundo que me llamaba, pero en el que no conseguía mi lugar. Hasta una tarde de verano que me acerqué al taller de Suso. Me pidió si podía ir a buscarle no se que pieza a no se donde, pero con el congestionado tráfico veraniego de Viveiro, le pedí una moto, claro... Y me dejó una XT 600... Craso error. Se la devolví preguntándole el precio, aquella máquina era lo que yo quería. Un motor dócil, manillar ancho, postura erguida, giraba en nada y se movía de una manera que no incitaba a hacer el indio, al menos como lo hacía antes. Casi dos horas para ir a un recado a menos de un kilómetro me plantearon la duda de si hay vida mas allá de las prestaciones.
     Lo corroboré con mi Transalp del 95, durante casi tres años. Aprendí a moverme de forma diferente, a disfrutar del paisaje, de los pueblos, de la postura de este tipo de motos rodando despacito y explorando nuevos rincones, a charlar con mi acompañante, a cambiar a ruta siempre o casi siempre, a disfrutar de esas comarcales llenas de baches y ondulaciones,  todas esas cosas que publico en el Rincon de Budy, sensaciones de las primeras, cariño hacia ese trozo de hierros y plástico. Me da bastante igual que mis ruedas no vayan al límite, que mis avisadores estén impolutos, que mi moto no corra como la de fulanito, al fin y al cabo, he aprendido a ser un orgulloso lento.




 

Comentarios

Entradas populares