Paseo a Portomarín, cuatro horas por 75 euros.

Estos días invernales me tenían con cierto "mono" de moto, de una rutilla por los alrededores o algo así. Pues bien, como cuando deseas algo, acaba concediéndose, allí estaba Lucas con su 125 planteándome la idea de ir hasta Mondoñedo a ver mobiliario de cocina con nuestras respectivas parejas. ¡Bien!, ellas irían en coche y nosotros, rudos moteros, en el límite de las revoluciones de nuestras motos...o mas bien en la línea roja de la moto de mi amigo.
    El paseo, salvo en los tramos abiertos, fue mas ameno de lo que parecía al principio, aunque la 125 tenía poco pecho en las subidas, en el resto de zonas, la mayor parte de ellas adornadas por humedades y verdín, se movía a una velocidad cercana a la legal. Así siguiendo la estela de mi amigo, llegamos a Mondoñedo, vimos unas cocinas preciosas y nos tomamos un chocolate.
    El domingo, en cambio, ya no tendría tanta ventaja por cilindrada, esta vez mi compañero era su padre y su flamante K 1300 gt (moto que bien podría haber "parido" a la 125 de mi amigo). Destino hoy: Portomarín, a unos 150 km, un pueblo peculiar por haber sido trasladado debido a la
construcción del embalse de Belesar, en especial su iglesia, que se llevaron piedra a piedra a su nueva ubicación. En verano, cuando baja el nivel de agua en el embalse, pueden verse los restos de las construcciones del antiguo pueblo. Ahora, desde luego, no vas a ver nada, está lleno. El día estaba perfecto, todo lo que puede estar una tarde de Febrero aquí en el norte y nos pusimos en camino. Equipados hasta arriba intentando prever la caída de temperaturas nocturna, salimos en dirección a Viveiro, donde mi amigo se detiene a repostar. Nosotros continuamos a baja velocidad para que nos alcance, haciendo cálculos mentales, a la altura de la Gañidoira. Este puerto de montaña nos brinda una buena zona de curvas donde disfrutar, un poco mas cerradas al principio y abiertas el resto del trayecto. Comenzamos el ascenso despacio, pues las humedades que se veían en la mayoría de las curvas no invitaban a aumentar la velocidad, pero cuando la carretera se abre a los pocos kilómetros fui subiendo el ritmo suavemente, trazando las curvas de forma fluida, disfrutando de la ausencia de tráfico, de viviendas a los márgenes, en definitiva de este paréntesis invernal. En esas iba yo absorto cuando por el rabillo del ojo vi un coche en un tramo de la antigua carretera, apartado de la vía, pero no le dí mayor importancia.
   Ellos en cambio, si me la dieron a mi. Hasta me sacaron una foto. O eso me dijo un señor vestido de verde que me paró agitando enérgicamente los brazos un poco mas adelante, pues no he visto la citada foto. "Iba usted a 90 en zona de 70", - a lo que respondí con un forzado - "...ahhh...", - déjeme el permiso de conducir...etc. Mientras busco en la cartera,de la radio del Guardia crepita un "...ahí va otra moto, esta a 101, matricula tal, tal, tal"- Yanet y yo nos miramos y casi al unisono sale de nuestros labios un " ese es Edu". Y en efecto, era el. Después del control de alcoholemia pudimos continuar, hasta el siguiente bar, claro, a comentar la jugada.

   Reconozco que la multa no es muy elevada (50 euros si pago antes de 15 días), además sirvió para que continuáramos la ruta a un ritmo ridículo. Es cierto que existe un cruce, pero la visibilidad es enorme y el volumen de vehículos que lo utilizan insignificante (vecinos de la aldea). Claro que...yo soy el afectado y mi punto de vista está sesgado, seguro que la persona responsable de colocar allí ese radar ha tenido en cuenta un montón de razones para elegir ese sitio, las cuales yo no comparto, claro.

   Pataleta a parte, el viaje continuó, ahora de forma poco natural, con un ojo puesto en las señales y otro en los arcenes, convertidos nosotros, lentos entre los lentos, famosos entre los lentos, diría yo, en infractores, con un aura de malvados rodeándonos. La ruta nos llevó, para compensar el retraso por la autovía hasta Villalba, de ahí a Lugo y luego de un tramo de la N 6 para acceder al desvío hacia Portomarín.


    El interior de la provincia no me gusta especialmente en invierno, es algo personal, me parece gris, monótono... la actividad ganadera ha generado extensiones de pasto salpicadas de aldeas por entre las que serpentea la carretera, una ruta que no encaja particularmente con mis preferencias, aunque no está de más conocer la zona. Llegamos a Portomarín imbuidos por ese aire de "malotes infractores" y continuamos delinquiendo, aparcando frente a la iglesia para sacar una fotos y girarnos hacia una señal que, justo encima de estas, nos indicaba que no se podía aparcar en toda la plaza... En fin...


    Tras las fotos de rigor emprendemos el camino de regreso, esta vez por otra ruta, por O alto do hospital, que nos deja una bonita imagen de un Lugo iluminado por los últimos rayos de sol ,mientras el día comenzaba a mostrar signos de flaqueza. Volvimos por la N 6 hacia Outeiro de Rey, donde tras un café nos abandonaron Eduardo y su BMW.

   Con la noche encima y sin prisas, regresamos a casa. Un día interesante, si... que habría podido salir mas barato...

 
 

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