Tranquilo, pequeño Budy.

 Tranquilo, pequeño.

 Hace muchos años que me observo a mi mismo, a los demás y a lo que me rodea con ojo crítico. Siempre me ha gustado irme por el borde de lo  establecido, de lo comunmente aceptado, de las modas, etc,  no saltando al otro lado, pero si observando con curiosidad y cada vez con menor juicio, lo que ocurre allí.

Parece, y cada vez estoy más convencido de ello, que las personas nos esforzamos enormemente en ser aceptados dentro del grupo, queremos proyectar una imagen, queremos ser originales dentro de lo establecido, queremos proyectar un estatus y en definitiva tener una fachada que los demás puedan ver como atractiva o dificilmente rechazable... 

Pasamos mucho tiempo preocupados por esa fachada, bueno, todos menos tu, querido lector...pues la hipocresía también firma entre los participantes de este torneo. Así tendremos un coche que exprese algo de nosotros, una vestimenta que diga algo de mi, una casa que nadie pueda juzgar cómo humilde, unas vacaciones mejores que las tuyas y por supuesto en los lugares de moda o que todo el mundo conoce.

Mientras pienso en los demás, no estoy presente, quizás lo piense, pero no. Establezco una visión de mi con respecto a los demás, y esto es útil a la vez que probablemente inevitable y puede servir para definir mi espacio, pero no es saludable que sirva como base para la construcción de tu identidad. 

Identidad: ufff, menudo rollo...quien quiere una? Depende de cada momento, etapa de tu vida y en general de la posición en la que esta te vaya poniendo. Así, cargándonos aquellos "no cambies nunca" o los no menos socorridos "la gente no cambia", vamos dando de lado a aquellas cosas que ya no nos convienen y adoptando otras que quizás habíamos rechazado antaño por inaceptables. Y tiene todo el sentido del mundo porque de lo contrario estaríamos atados a versiones inmaduras de nuestro ser, algo que es poco funcional para la vida que llevamos en sociedad.

Entonces aceptamos que el cambio es algo positivo e inevitable. Bien; pues no tanto...A pesar de que en esencia ya no compartimos ni una célula con nuestra etapa de la niñez, las estructuras mentales creadas durante la misma son lo suficientemente potentes para condicionar nuestra vida de adultos. Allá atrás, en los momentos en los que se crean nuestras figuras de apego, en el momento en el que se materializan nuestros miedos y comenzamos a utilizar nuestros propios recursos para afrontarlos, se crea la manera en la que relacionarás con el mundo durante el resto de tu vida, capa sobre capa de memoria hasta que funcione en automático y no sepas reconocerlo en la mayoría de las ocasiones.

Allá debajo está tu ausencia de paciencia, tu histeria, allá abajo está la razón por la que pegas a tu mujer, o viceversa, en una de esas capas viste a tu abuela enferma por cualquier cosa y ahora la copias, allá se esconde la necesidad de ser visto, de evadirte, de drogarte y volar, de marcar tu terreno, de hacer las cosas en contra de lo establecido...para que no se olviden de ti, pequeño.



Ya se.."a mi no".

Para que la memoria acumulada en segundo plano (en el inconsciente) no domine nuestras vidas a base de actitudes irreflexivas, miedosas, impetuosas, destructivas o paralizantes, existe una herramienta sencilla de explicar, pero no tanto de poner en marcha. Nuestra mente buscará lugares a donde ir y entretenerse, lugares que nuestra sociedad ha creado en abundancia gracias a la creciente demanda de este tipo de evasiones, alcohol, drogas, series, smartphones, redes sociales, juegos, películas, trabajos buenos, etc. Lugares de entretenimiento que descuentan tiempo de lo mas valioso que tienes, tu vida. Lugares a los que vas buscando placer gratuito y que tienen, como todo lo demás, su contrapartida. Lugares que hacen que tus miedos amainen, que tus inseguridades no salgan y que, protegido por tu sofá y tus cuatro paredes puedas vivir las aventuras de los demás a través de una brillante pantalla, de una espumosa cerveza o unas cuantas caladas de placer ...

Asi, la herramienta hartamente repetida de "aquí, ahora" el mantra mágico que va a resolver la mayoría de tus problemas se difumina entre responsabilidades en Netflix, mensajes en RR.SS, luces de neón en noches largas y la vaga sensación, seca y constante, de que tu vida no te pertenece, de que no eres más que un títere que ha visto el mundo a través de documentales, un aleccionado por las modas imperantes, ansioso porque llegue algo, no sabes muy bien el qué, que cambie el curso de tu aburrida, tediosa y repetitiva vida, cansado ya de querer cambiar la vida de los ricos, la de los pobres, la de los animales, la de los vecinos, la de tus amigos, lo que te rodea, todo aquello que no sabes cambiar en ti.

"Sé el cambio que quieres ver" cita Borja Vilaseca en sus conferencias. Y eso es.




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