Miss Darrell.

La señora Darrell encontrará al amor de su vida. 



Lo hará porque a sus 50 se ve bonita todavía, encuentra gracia en sus redondeadas formas ante el espejo y se arregla, sus gafas tienen una forma que llama, su boca casa bien con las arrugas y su pelo, corto pero bonito deja ver un cuello que todavía es liso y suave.
Si, encontrará al amor de su vida y será uno de esos cincuentones atractivos, de cuerpo terso y look moderno, con barba bien poblada y blanca al que las camisas y los blazers sentarán como a nadie.

Será un hombre íntegro, adinerado, tendrá un buen coche y gustará de pasear por los lugares más frecuentados del pueblo.

Suena el móvil y miss Darrell contesta apresurada, su amiga Daysi, mona, para sus 48, de lejos podrías pensar que ronda los 30, de cerca, los 16.

 Daysi y miss Darrell darán un paseo, mirarán con el rabillo del ojo a los hombres de su alrededor, los guapos casados, los guapos separados, los guapos solteros, los no tan guapos y hasta a los feos con buen cuerpo…ooops, no, a esos no les mirarán, tampoco a los fracasados, no mirarán a los salidos, nooo.

Miss Darrell se tomará unas copas, perderá la vergüenza, le hará ojitos a un jovenzuelo que cruza miradas vergonzosas y le recordará en el momento justo lo bastante mayor que es con respecto a él, no le dará la oportunidad de rebuscar entre sus faldas los secretos del placer. 

Mañana se lo contaré a todas, sonreía mientras el joven, que no era ni cincuentón, ni tenía barba, ni un blazer o tan siquiera una camisa, no era un joven bien posicionado, su coche era viejo y la dote no le dio para más que un par de tetas casi 20 años mayores que él. Pero quería amar, era todo amor las noches de cada fin de semana. Buscaba mujeres mayores, jóvenes, altas, bajas, flacas y gorditas, era un aprendiz del amor y debía sumergirse en él todo cuanto pudiera.

Una mano se desliza a la entrepierna y miss Darrell lo para en seco, el joven ebrio enamorado de una madura, el cazador de la noche de los excesos frenado en seco por la diva luminosa, la dama que no supo cómo pudo llegar allí, cómo acabó en la parte de atrás del coche de un salido, cómo pudo dejarse llevar por alguien tan impetuoso que mira a una mujer mucho mayor que él…depravado…

Mañana se lo contaré a todas…jajaja. Diré que he bebido, que me dijo cosas bonitas y que fue tan insistente que bajé las defensas.
Ufff, pude tener sexo con el… le pude frenar después de…bueno…la próxima dejaré que me folle, seguro que vuelvo a verle, seguro que el próximo día estará ahí buscándome con la mirada y no podrá resistirse y me haré la digna para que sepa quién es…quién.

Miss Darrell vuelve al coche sola, su viejo coche que siempre la espera, le mira con cariño y le dirige unas palabras " tu no me fallas" mientras pasa su mano suavemente por el capó. 
Nerviosa y cansada, con la frustración llamando a su puerta y las gaviotas pregonando el inminente amanecer, miss Darrell llega a casa, come un pedazo de tarta de chocolate y se mete en su cama, perfectamente estirada, perfectamente limpia.
Una punzada breve pero intensa espolea su cerebro unos instantes, la sensación de una vida vacía, superflua, llena de clichés, de objetivos cobardes, de amistades falsas y de prejuicios, una vida de apariencias mientras se acaricia y trata de revivir el olor de su joven cazador, consciente de que no lo volverá a tener cerca, consciente de la oportunidad perdida, consciente de que la frustración no llamaba a la puerta, ya estaba dentro.

Miss Darrell encontrará el amor cuando entienda que se da. 
 Excitada y llegando al clímax, las imágenes de su primer amante y las del chico de esta noche se entremezclan con actores, escenas románticas y sexo duro. Miss Darrell se deja llevar por el placer mientras la frustración vuelve a llamar. El sueño se apodera de ella y la libera, vuelve a soñar que encontrará el amor…

Daysi ha perdido a miss Darrell, pero ha encontrado a un chico impetuoso que la penetra con pasión en el portal del edificio. Daysi tiene pareja, pero se ha quedado en casa, el debe tener moral para ser adecuado, ella debe ser libre para explorar su vida y su sexualidad. El chico acaba el trabajo y busca un beso apasionado pero recibe un empujón en el pecho. Mira con confusión a la madurita mientras se abrocha el pantalón. Ella está sería y fría, le habla con sequedad y le dice que si dice algo de esto le denuncia por abusar de ella.


Dos maduritas locas esta noche…piensa el chico. Por lo menos he follado…


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