El espejo en que te miras.

Lunes por la mañana, Luis se levanta soñoliento, mira el reloj y el móvil, o móvil y reloj, como cada día, como cada momento. Son las 7.30.
Luis se levanta al baño y mientras orina se pregunta si habría tenido oportunidad en las criptomonedas y la habría perdido, se mira al espejo y se busca los kilos de más, los pelos de más, los pelos de menos...

Se viste y pasa a la cocina, iluminada por una pequeña ventana que da al patio de luces. QUn desayuno frugal ? Mientras unta la mantequilla en el pan, un pensamiento insaturado se cruza en su mente y le hace mirar al zumo de naranja como el culpable de sus michelines, de su incipiente alopecia...la culpa se extiende al pan y sus hidratos de carbono simples, menuda historia el desayuno...
 Al levantarse se pregunta si tanto plástico era necesario, quizás no...quizás si. Se hace ver demasiado en un apartamento tan pequeño.
 De un vistazo revisa el móvil y mira la hora, queda el tiempo justo para llegar otra vez tarde al trabajo, pero mientras se calienta el motor del coche, revisa otra vez el móvil. Otra vez el reloj, y con un maldita sea entre los dientes arranca a toda velocidad. A pocos kilómetros pasa por enfrente a la gasolinera y se pregunta si tiene el coche apropiado, quizás si fuera eléctrico, quizás, híbrido, merece la pena la inversión? Cuanto tardaré en ver el ahorro? " Tendría que vivir como el capillo de Juan, frente al trabajo"

En el trabajo, el capullo de Juan le recuerda que ha llegado 20 minutos tarde, que ayer no ha dejado las muestras listas para enviar hoy y que no está centrado... "Centrado? Que se cree este capullo, el lo tiene fácil, vive enfrente y no tiene más obligaciones en su mierda de vida"
Juan manda las muestras, Juan cubre a Luis hasta que el llega, Juan tiene dos hijos, otro negocio y una casa con finca que cuida el mismo.
Acaba la jornada y un "vamos a tomar una cañita" de José se siente en el aire, son las 19.00 y la primavera ha puesto camisetas a las camareras y, aunque debería recoger a su hijo en casa de sus suegros a las 20.00, dará tiempo a una, o quizás dos rápidas...

En el bar la merecida cerveza circula hasta los centros mismos del poder, allí activa la salvaje bestia que Luis lleva dentro y el se lo hace saber a su mujer ( que ya vive con sus padres en vez de con él) "Tengo horas extra, llegaré un par de horas tarde" , le dice a través del móvil desde la puerta del bar, mientras mira a las camareras, madre e hija, y se pregunta cuál esta más buena, confirma para sus adentros que la genética es buena y que la chica va a envejecer bien, a juzgar por el trasero de su madre...

Las horas no pasan al mismo ritmo para el que para los demás, su hijo ha ido a música porque su madre lo llevó, su amigo José hace rato que se ha ido, eran dos y dos se tomó. Luis esperaría a que madre o hija lo acompañasen al coche, quizás a tomar otra a otro lugar, quizás a verificar la buena genética, ahora sí, de cualquiera de las dos generaciones.

Mientras abre la puerta del apartamento piensa que casi han caído, que la próxima se traerá a una de ellas a casa, de momento piensa en masturbarse en cuanto se meta en cama, pero en la alacena un bote de Nocilla y un paquete de galletas logran disuadirle. Son las 3.00, el hijo puta del móvil pone martes al lado de la hora, "y yo así...".
Cerveza, Nocilla y cama, podría ser el título de un libro sobre su vida, pero es justo lo que está pasando.

La última persona que ve antes de dormirse es a el mismo en el espejo, ojeroso, colorado y con la mirada perdida en ese reflejo. Una ráfaga de vergüenza cruza su mente y mete la barriga y frunce el ceño, aprieta los músculos lo que puede y se dice que si, que todavía están ahí, si, como su mujer, su hijo, el trabajo, todavía están ahí.

Pero la imagen del espejo no se va, de repente, Luis de ve más joven, menos ojeroso, los músculos han vuelto a los veinteypico, de repente el Luis del espejo le dice " como te sientes cuando ya tienes todo lo que quieres?" 
Casi en pánico, nuestro Luis cae sobre la cama y se pregunta dónde ha estado él, de repente, una tristeza y angustia le invaden, una sensación de que nada tiene sentido, de que ha estado en un lugar en el que nada era real, de que había dejado de vivir para vivir una ficción que el mismo había generado.

Martes por la mañana, son las 7.30 y suena el móvil, pero Luis ya está despierto. Su móvil descansa en la otra punta de la mesa y él mira fijamente la pequeña ventana. " Estaría bien que entrara más luz" , en general....




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