Transalp 650, vuelta al hogar.

Hace ya unos años que cambié mi Transalp 600 del 94 por una flamante V Strom 650 del 2008. Fue un cambio más guiado por la cabeza que por el corazón, pues la Suzuki nunca terminó de gustarme esteticamente ni su comportamiento fue del todo satisfactorio, pero el cambio mejoraba objetivamente su faceta turística, que era la que pretendía mejorar en ese momento. 


Para un convencido de las Transalp, el paso lógico hubiera sido la 650, pero en ese momento la comparación, de nuevo "objetiva", de las dos motos, ponía a la V como ganadora por goleada: más potente, mejores frenos, inyección, 6 velocidades, llanta de 19", un cuadro más moderno, etc.
Pero, y siempre hay un pero...ni la semana que convivieron en mi garaje ni las sucesivas consiguieron apartar a la vieja Transalp de mi cabeza. Su llanta de 21" y su estética dakariana estaban a años luz de las extrañas formas de la Suzuki, que  con su motor desnudo y su radiador de aceite y filtro expuestos, se alejaba del concepto trail tradicional que al menos a mí, me había llegado desde las primeras Dominador, Tenere o África Twin.
Casi 40.000km con la V Strom me enseñaron mucha España y Portugal, a una excelente moto de turismo y dos kilómetros por una pista me enseñaron que la Suzuki no es para eso, o al menos en la mía, parecía que se iba a caer el frontal.
Las pistas, para que mentir, no eran lo que más frecuentaba con la Honda, pero si carreteras rotas, con tramos sin asfaltar o muy dañadas, y ahí precisamente satisfacía mi pequeñita ansia de aventuras en esta preciosa Galicia, solo, cargado con el hinchador, agua y poco más en rutas que podían ir entre los 180 y los 300km, yendo por lo " segao " y volviendo por algunas pistas fáciles y conocidas o viceversa. Cuando lo intente con la Suzuki no lo disfruté...

Así que desde que fui papá me propuse centrarme en la faceta trail campera, vendí la V Strom y compré una DRZ 400, "la usaré por pistas y caminos una horita a la semana para quitarme el mono" decía para mí... Y parece que no lo repetí lo suficiente. Durante semanas no la cogía y cuando lo hacía los trayectos por asfalto eran insufribles, la capacidad de carga nula para mis recados diarios, eso sí, por caminos era perfecta... y lo digo bien en serio, ligera, suficiente potencia y altura libre, lo más cercano al enduro desde Japón en aquellos años y probablemente hasta hoy, lo difícil en la Transalp se hace fácil con ésta, pero para estas aventuras se me antoja necesaria compañía, cosa que pocas veces he conseguido en mi zona.
 Después de meterme en un par de fregados seríos, decidí no volver solo. 

Así que recados no, campo solo no, carreteras secundarias con tacos no...se hicieron demasiados "nos" para un cacharro que está ahí para que me lo pase bien y evidentemente fallaba algo...

Quizás el que ha cambiado soy yo...puede que sean los últimos coletazos de mi vida motera, que deba resignarme a que no voy a mejorar mi pilotaje dentro y fuera del asfalto, que no valgo para llevar vehículos prestacionales y lo mío sean las motos insulsas, sin carácter... o puede que la Transalp sea para mí la moto ideal, la moto para todo y para todos, la que, de no llegar a la T7 me llevará a las aventuras que pueda permitirme, otra vez, como lo había hecho la vieja TA del 94, una moto que vino después de la VFR 750 del 92, una moto cojonuda que no supe disfrutar. 
Y puede que sea así, la gente se compra las hymalayan por el mundo, a pesar de lo que son.

En fin, la Transalp vuelve a casa, esta vez la 650 del 2006, vuelve para refrescarme las ganas de montar en moto, o quizás venga para decirme " déjalo de una vez y cómprate una bici como los otros niños..." . En unos días os cuento cómo me va con ella.





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