El cuchillo de Budy.

La mente: Alguien citó una frase acerca de ella que me llamó mucho la atención y que tardé bastante tiempo en comprender. Era algo así como: " la mente es como un cuchillo afilado y caliente sobre un trozo de mantequilla..." Que quería decir el autor de aquellas palabras? Bueno...hoy os dejo mi interpretación, una visión más de como creo que funciona nuestro cerebro.
 Lo sé, puede que me haya venido arriba...

Muchas personas ( menos tu y yo, por supuesto...) partimos de la concepción de que el mundo es algo que sucede de fuera hacia adentro. Son cosas que ocurren en el exterior, la vida, los problemas, las personas, sucesos que van ocurriendo con el paso de los días y que van dejando una huella inevitable, indeleble y la mayor parte de las veces, poco agradable, que hace que en esencia resumamos nuestra experiencia en este mundo como dura o desagradable.

Evidentemente existen eventos en nuestras vidas que llevan al límite nuestra capacidad de existencia: hambre, sufrimiento, daños físicos severos, etc, pero no es este el caso que nos ocupa. Aunque en esos límites del ser humano también podríamos hacer excepciones, será quizás tema para otra ocasión.

Es posible que todos los " sufrimientos " del ser humano estén relacionados con una única faceta, su interacción con otros seres humanos, su parte social. 
Nuestra mente es un cuchillo de acero, pesado, afilado y caliente, capaz de cortar cualquier cosa que le pongamos delante, y por tanto, difícil de manejar sin sufrir daños.

Cuando utilizamos nuestra mente para resolver una cuestión, la que sea, ella está preparada para ejecutar, posiblemente con el objetivo de mantener el cuerpo y su propia existencia, de la manera más sencilla posible. Para ello se vale de mecanismos como el estrés, las emociones, el dolor, etc. Mecanismos que en las sociedades que hemos creado estan lejos de los objetivos para los que posiblemente los hemos desarrollado, así que cuando una de estas herramientas se convierte en un lastre, nuestro cuchillo afilado comienza a hacer de las suyas.

Y corta sin que nos demos cuenta, por su propio peso, en forma de celos, proyectando en los que nos rodean nuestros propios miedos y limitaciones, en forma de negación, llevándonos al pasado para vivir anclados al recuerdo, deprimidos, o al futuro, ansiosos de cosas que creemos que nos darán lo que, probablemente, ya tenemos.

El cuchillo se hunde en la mantequilla y se enbarra con ella, de forma que cuando quieras obligarlo a cortar otra cosa, ya no lo hará limpiamente.

Y el responsable será la mantequilla, que embarrará en forma de ex, en forma de padre, en forma de hijo, en forma de perdida, en forma de trabajo, de abuso, de lugar, en mil formas. Pero siempre de dentro afuera, no al revés.

Cuando uno toma las riendas de su mente, elige cuando retirar el cuchillo de la mantequilla. Y ésta no embarra todas las otras cosas donde decidamos usar nuestro cuchillo. La poderosa herramienta es entonces capaz de ver la vida como un explorador, un vividor que no se niega ni las lágrimas, ni el dolor. 
Un viajero que va al pasado solo a ver y al futuro solo a soñar, que vive el momento y usa su cuchillo para darle forma, la mejor forma que puede o sabe.

 Sin miedo y con gratitud, cada minuto.




Comentarios

  1. Respuestas
    1. Sra Toxo, está usted muy aplicada en la lectura. Voy a tener que retirar todo lo malo que he hablado de usted con anterioridad. Muchas gracias por leerme!

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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