A quitarse el mono... de moto. Xove - Valencia.

Hola a todos. Este año ha sido de los que menos he rodado, los estudios, el trabajo y las cosas de casa me han dejado con unas ganas tremendas de salir, así que como con rodadas de una tarde no me sentía satisfecho, decidí acudir a los exámenes de Junio en moto. No es exactamente el tipo de viaje que me gusta: demasiada autovía, tiempo justo para llegar, previsión de un frente para el viaje de vuelta y de nuevo, el tiempo justo para regresar. Pero también suponía cosas nuevas para mi, pues nunca había recorrido en moto esa parte de España, iba solo y me apetecía una aventurilla...

  Google Maps me chivó unos cuantos datos para ir haciendo boca, unos 1050 km por la ruta elegida para la ida (Lugo - Oviedo - Leon - Astorga - Madrid- Valencia ) y unos 950 para la de regreso, esta vez Valencia - Madrid - Benavente - Lugo. Y digo apara ir haciendo boca porque uno ya sabe como acaban saliendole estas cosas: que si te confundes de cruce, que si te desvías para hacer un pis, que si paras en un pueblecito y todos los bares están cerrados...y luego el cuentakilómetros acaba dándote unos números que no cuadran con los que llevas en la cabeza. Lo demás fácil: cadena engrasada, depósito lleno, cordura ( de las dos...)  algo de ropa fresca, un candado y muchas ganas.

Domingo, 25 de Junio

  Después de un desayuno ligero y despedida de Yanet parto en dirección a Asturias, son las 7.00 am y esta amaneciendo. La despedida entre sonrisas, como no, es la mujer de mi vida, pero también trato de esconder todo el temor e inseguridad que "las otras personas de mi vida"  se han encargado de traspasarme durante los días previos en forma de: "ten mucho cuidado", "son demasiados kilómetros!", "ve en coche, es mas seguro", "vas en moto, acuérdate...". Agradezco las muestras de cariño de mis allegados, sin duda, pero la despedida tomó un color un tanto traumático que me habría gustado evitar.
Con ello y todo esta es es sin duda la parte que mas he disfrutado del viaje, pues la temperatura es agradable y las vistas del amanecer sobre el mar me acompañan una buena parte del camino, no me sobra la cordura y las posaderas no me molestan, pero decido hacer mi primera parada para llamar a casa y disfrutar un poco de las vistas del parque natural de las Ubiñas, de camino a la provincia de León. Solo van unos 160 km, de lo mas agradable si no me apeteciese un café... aprovecho para llamar a casa y continúo en busca de la necesitada cafetería.  


   Con el mono del café haciendo travesuras en mi cerebro, me salgo en uno de esos indicadores blancos de la autovía que tienen símbolos de cosas: gasolinera, restaurante, etc. Decido satisfacerlo  en la cafetería de la gasolinera para que deje de incordiar, pero... un cartelito escrito a mano sin mucho tiento indica algo sobre la avería del cacharro, algo que confirmo con el dependiente, que a jugar por su cara y sus formas debía tener un par de monos pidiéndole café. Aún así me informa de que en de camino al pueblo "debería de haber" algún bar abierto. Montado en mi corcel gris voy en busca de los bares ( una constante en mi vida ) pero parece que el domingo el único mono que madruga es el mío, pues todos estaban cerrados.
   Decido seguir un rato mas, mientras cambio de provincia y pruebo suerte en la vecina Zamora: el pueblo elegido, Villalpando, el bar, el primero que encuentro, café si...esta vez si. Aquí si que madrugan, de hecho hay un grupo de jóvenes que parece que todavía no se han acostado, y para colmo el camarero te pone un muy decente  pincho de tortilla con el café. Perfecto.


   Si he de ser sincero, en estos momentos ya no estoy disfrutando tanto como al principio, pues el paisaje del centro peninsular se me hace monótono y los kilómetros hasta llegar a Madrid van pasando mas lentos de lo que me gustaría. Un repostaje en Medina del Campo, otro café y una ración de tortilla me impulsan al tramo que menos me apetece recorrer, el que atraviesa la Madrid. Y no me gusta porque soy bastante patoso entre el tráfico denso, no estoy acostumbrado a que los coches me adelanten casi rozándome o a que me aparezcan por la derecha, cosas de pueblerino, supongo...

Decido pagar el peaje, ese carísimo peaje de mas de 12 euros que me deja "colocado" ante la M-50, vía de circunvalación que decido tomar para no meterme en el denso tráfico del centro, pero no me había hecho una idea de lo largo que se me hizo el trayecto hasta que conseguí vislumbrar ese bendito cartel que indicaba la A-3 (unos 200 km desde mi anterior parada ). El calor aquí es agobiante y la entrepierna ya no tengo claro si es mía o de otra persona, por lo que se impone una parada para respostar ella y...yo. Estamos en Perales de Tajuña, todavía en la comunidad de Madrid y un área de servicio con restaurante, terraza cubierta y lo mejor de todo, con aire acondicionado, nos recibe, alimenta y nos permite un descanso de una hora, suficiente para llamar a casa y estirar el cuerpo ( iba a decir las piernas, pero a estas alturas ya es todo lo que necesita estirarse...). Los glúteos y la entrepierna ya no se recuperan, están machacadísimos y no consigo alivio más que tumbándome, el calor me tiene frito literalmente y mi cabeza dista mucho de estar al cien por cien. Los mas de trescientos kilómetros que faltan se dibujan ante mi como si fueran un millón...

    Con la chaqueta medio desabrochada, sudando a chorros y sentado medio de lado, salgo de nuevo a la carretera pero ya no como aquel tipo con ganas de "partirse el culo" en moto, si no mas bien como un encorvado tipejo pidiendo clemencia para su culo, con ganas de que alguna nave extraterrestre que pase por allí decida abducirle y apearle en Valencia, aunque se lo haya que pedir por favor, oiga. Van pasando los kilómetros y salvo un incómodo y caliente viento y cientos de camiones, no hay mayores incidencias hasta la zona donde se bifurca la autovía hacía Ciudad Real. El horizonte fue tomando un extraño color gris anaranjado, lo que unido al viento casi me convence de que me iba acercando a una tormenta ( hasta la veía con buenos ojos, si conseguía refrescarme ), pero no... lo que me esperaba era una tormenta de otro tipo, la primera tormenta de arena (o tierra ) que he visto en mi vida, y cayó sobre mi casi sin darme cuenta. Bastante asustado puse las luces de emergencia y me hice a un lado junto con varios coches, casi rezando para que ninguno de los camiones que me precedían hiciese los mismo y me dejara hecho una torta  con la moto y enterrado en mi primera tormenta o tornado o lo que sea que fue aquello que pasó casi tan rápido como llegó y que por cierto, me dejó bastante mas espabilado de lo que estaba...

Los siguientes kilómetros conseguí pegarme a un grupo de moteros y rodar con ellos hasta casi unos 60 km de Valencia, donde los perdí entre el tráfico. En ausencia de mis remolcadores decidí meterme en otra área de servicio a tumbarme ( ya le estoy pillando el gustillo...), pero una vez allí entablo conversación con una pareja que viajaba en una Deauville y que se dirigían a Valencia para tomar un ferry a Mallorca. Después de una agradable y necesaria charla, acepto su invitación de ser remolcado de nuevo y  llegar, por fin, a destino.

    Los amigos que me esperaban no se encontraron la mejor versión de mi, ojos rojos, temblores varios y literalmente empapado en sudor, casi me emociono cuando tuve la ducha y la cama frente a mi. Después de una agradable charla y un par de isotónicas cervezas, cenamos y cesamos operaciones, mañana a las 7.00 hay que estar en pie.



Lunes 26 J.

  Eran las 18.00 cuando me puse en marcha. Exámenes realizados y despedida de mis anfitriones concluida, salgo de Valencia con la intención de pasar la noche en cualquier hotel de carretera antes de Madrid y hago una primera tirada de 175 km antes de dar un alivio a mi maltrecho trasero en una gasolinera cualquiera ( no recuerdo donde...) y una segunda hasta Arganda del Rey, donde llego ya con los últimos rayos de sol y busco un alojamiento asequible, sin mas incidencias que los dolores y entumecimientos anteriormente citados.



Después de la cena y un par de duchas, Budy se entrega a Morfeo pensando: "mas de quinientos en un día son demasiados..."



Martes 27 J.

Son casi las 10 cuando me pongo en marcha, me he dado cuenta de que llevo demasiado equipaje y mal organizado, las tres maletas van a tope y me ha llevado bastante arrancar. El día esta fresco y nublado y un wasap de mi hermana me informa de que hacia el norte la previsión es de lluvia y viento.¡Perfecto!
    Después de preguntar en recepción como podía evitar la M-30 para tomar la A-6, me decido a no hacerlo y disfrutar de esas cosas que tiene el tráfico en la capital, atascos y demás, casi como si fuera un coche, pues la V con sus enormes Givi E-41  a los lados, casi ocupa como tal. Asi que sin mas incidencias que una retención por accidente cruzo la capital a paso de ancianito disfrutando de las vistas del pirulí, las torres Kio y ese mar de coches y  motos moviéndose con una decisión que yo no profeso o para la que no estoy entrenado.





  Unos 250 km mas adelante, ya en la provincia de Valladolid, repongo combustible en Villardefrades, bueno, mas concretamente, repongo combustible para la V y yo me tomo un café en un restaurante que hay pegado, con el añorado nombre de mi tierra. Solo faltan unos 350 km para llegar a casa pero ya es diferente, está fresquito, tanto que debo poner el forro de la chaqueta, el viento incordia bastante y se hace arriesgado pasar de 110 km/h, por lo que menos los camiones. me adelantan todos.  Me resulta un poco extraño el hecho de no haberme cruzado con mas motos en todo el camino de vuelta, pues aparte de una XX que venía de frente  a la altura de Benavente y una custom a la salida de Madrid, no tuve mas encuentos con viajeros hasta llegar a Lugo, donde rebasé en la autovía a a una de esas alemanas que proliferan tanto hoy en día como si las regalaran...
    Mas fresco y motivado llego a Ponferrada, donde paro para comer.



 Tan fresco que ya comienza a llover a tramos, haciéndose bastante intensa una vez que entro en la comunidad gallega y que termina mostrándome las carencias de mi viejo pantalón de cordura, calando en la entrepierna ( si, lo se, parece que está actuando el karma ).

Cansado de autovía la dejo a la altura de Rábade ( le encuentro un "aquel" con rabadilla, pero no me agáis caso...) y después de un agradable repostaje en Begonte, donde estuve esperando a que parase de llover mientras charlaba con el gasolinero, pongo rumbo por el puerto de la Gañidoira hacia casa, bajo chubascos intermitentes y hecho una verdadera piltrafa, pero llegando con esa sensación especial de que has hecho algo que te apetecía, esa satisfacción que solo deja el cansancio, el objetivo cumplido y ese anhelo de abrazar a tu pareja, abrazar tu ducha, tu cama, tu casa...
 No he ido solo...

Como ayudantes en esta aventurilla tuve a mis queridas y nunca bien ponderadas Givi E 41, nunca bien ponderadas porque siempre miro con cariño a esas de aluminio que llevan las BMW, pero que se, porque lo he visto, que no me entusiasma como le sientan a la VStrom. Con ellas la vida es mas fácil, y con su ventanita tienes un acceso rápido a esas cosillas que puedes necesitar sin sacar todas tus pertenencias, pero bueno, ellas solas se merecen una entrada aparte un día de estos.
   Otra de las ayudas fue una de esas cosas que se colocan en el puño derecho con el fin de poder descansar la muñeca, reposamuñecas, aunque el traductor me lo da como error. Un invento cojonudo para tiradas por autovía de este tipo, aunque en alguna rotonda y cruce me ha dado un buen susto por llegar acelerando... Recomendable, tiendo a tener problemas en la muñeca derecha en tiradas de mas de trescientos kilómetros y con esto puesto, ningún problema, pero cuidado hasta que te hayas habituado.
    Además, como no, fui metiendo todos esos "gadgets" que se me ocurría que podría necesitar y que al final no me ayudaron en nada: el primero, un "fantástico" Samsung Galaxy Note 1 que pulula por casa y al que le he metido unos mapas offline, que se calentaba muchísimo enchufado y se apagaba muy rápido desenchufado, en fin, a medio camino lo saqué de delante, me estaba rompiendo el karma mas que ayudarme. Otras de las cosas que me llevé y que no usé fueron una cantidad exagerada de ropa que no me puse ( volví con tres camisetas limpias, otros tantos calzoncillos y tres pares de calcetines ).
    La que no falló fue la compañera de batallas, portándose de maravilla a nivel mecánico y sin ninguna incidencia ni mención, ni grande ni pequeña. Una gran moto para todo uso, y ahora, comprobado por mi, también para viajes largos. ¡Saludos!

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