Dia mundial de la nieve, en Valgrande-Pajares.

 El invierno tiene cosas buenas y cosas no tan buenas, y una de las que me parece de las mejores, es la nieve. Por desgracia, (o por suerte) las estaciones mas cercanas a mi casa están a mas de 200 kilómetros de distancia y con, como dicen los mayores, el tiempo loco este del que disfrutamos últimamente, esquiar se convierte en algo que no podemos hacer tan a menudo como nos gustaría. Para un día de esqui necesitamos tiempo, dinero y nieve, así que con esas tres cosas, solo quedaba decidirse por una estación. Las mas cercanas, Pajares y Fuentes de Invierno en Asturias, Leitariegos y San Isidro en León y Manzaneda en Galicia. Por distancia y nieve, las estaciones de las comunidades vecinas me parecen mejor opción, aunque es cierto que nunca he estado en Cabeza de Manzaneda y que este año ha nevado bastante.
      El viajecito no es solo para esquiar, la nieve tiene ese encanto de lo poco habitual, de lo excepcional, al menos para mi... Y es que a pesar de vivir en el norte de la comunidad gallega, aquí la nieve no se deja ver nada mas que en contadas ocasiones, así que aparte de esquiar, no pueden faltar las peleas por los suelos, las guerras de bolas o el típico muñequito.
   
     Asi que nos pusimos en marcha, tempranito y sin prisas hacia la estación seleccionada, la asturiana Valgrande-Pajares, no por ser mejor que las demás, pero si por ser la que mas conozco de las disponibles. El plan: retomar el contacto con los esquis...y todo lo citado antes, aunque el muñequito se quedó por el camino.
    La subida al puerto ya daba una idea de como estaban las cosas, mas de un metro de nieve en los laterales al poco de iniciar el ascenso y  llegando al pueblo una de las estampas ,mas bonitas que he visto, el pueblecito completamente nevado, con los vecinos liberando las puertas de las casas a base de pala y tejados, coches...bueno, todo en general bajo la mayor nevada que haya visto jamás.

   Después de mas de cinco años sin esquiar, y con un nivel realmente bajo, uno se siente con miedo a ese reencuentro y perdura en el recuerdo lo difícil que me resultó las primeras veces, en las que sin duda, gané una notable habilidad cayéndome. Para mas responsabilidad, mis acompañantes en esta ocasión eran todavía mas novatos que yo y partía como experto...




    Por fortuna, esquiar es como montar en bici. Después del alquiler de material y de comprar los forfaits (ese día había una rebaja de ocho euros aproximadamente), me coloqué los esquís en la pequeña explanada frente a las instalaciones, con una pendiente casi imperceptible donde los novatos suelen recibir sus primeras lecciones, y por sorpresa, después de un pequeño titubeo, comencé mi andadura, o debería decir "deslizadura" con bastante soltura... Así, me dispongo a aleccionar a mis acompañantes ilusionado, pero ellos no debieron verme tan "suelto" porque las chicas ya se habían hecho con los servicios de un monitor y mi compañero con una tabla de Snow...
   El resto del día se lo dedicamos a la divertida tarea de subir en el telesilla, caerse al bajar, bajar las pistas sobre los esquís o sobre el trasero, dependiendo de la dificultad del tramo. Pero no fueron las dificultades lo que nos hizo terminar la jornada: las inclemencias climatologías hicieron acto de presencia en forma de una densa niebla y en algunas partes (donde no estabas protegido por la montaña) el viento y el aguanieve eran francamente incómodos, llevándonos a descender antes del cierre de pistas.
Para que os hagáis una idea de la cantidad de nieve que hubo...y de lo muy lleno que iba el coche.


   Después de un reconfortante chocolate el la cafetería a pie de pista, de sacarnos los guantes con un litro de agua cada uno y de un poco de charla evaluando nuestro estado, decidimos entregar el material. No ha estado mal, salvo la rodilla de una de las chicas, un poco forzada por una caída, lo demás no pasó de alguna que otra mojadura por la falta de ropa adecuada. Por cierto, hablando de ropa y metiendo un "gancho" motero en una entrada sobre nieve, mi pareja y yo llevamos nuestros pantalones de cordura de moto para esquiar. Simplemente perfectos. No calaron, ajustaban perfectos en las botas, cálidos y resistentes, se ganaron la oportunidad de volver a la nieve con nosotros.



  Pajares tiene mucho encanto, todas las instalaciones están a pie de pista y para los que no tenemos nivel suficiente para afrontar cosas mas largas o complicadas, está genial. Cuenta con restaurantes, hoteles y servicios para que te acerques a disfrutar de la nieve y la gente de los remontes es generalmente atenta y simpática, a pesar de las molestias a las que les sometemos algunos "caedores" persistentes.
     El camino de vuelta nos aleja de ese paisaje mágico, que algunos abandonamos con muchas ganas de volver, otros en cambio, prefieren mantener esa imagen bucólica de la nieve en su mente, pero no enfrentar los rigores de la alta montaña y no volverán. Una cosa es segura, si te gusta, el momento es ahora...


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