La manada
El ser humano es todo un enigma, una suerte de comportamientos nos acerca a esos perfectos e imaginarios dioses y otros a los animales en su más puro proceder.
A lo largo de los años, filosofías, religiones, doctrinas y demás nos han ido llevando hacia una pretendida y codiciada “pureza del ser”, supongo que en buena parte, nuestras sociedades funcionan así como resultado de esos procesos.
En ocasiones observo que a los propios humanos su comportamiento les resulta extraño;o cuando es primitivo, en cierta manera conflictivo o en esencia territorial, como si nuestra parte intelectual no entendiese esa parte animal o biológica que existe en perfecta coexistencia con nuestra capacidad creativa y espiritual.
Pero puede que ese conflicto no exista más que a nivel intelectual, en el mundo de las ideas o conceptos, nuestro comportamiento día a día tiene mucho de animal y es sorprendentemente primitivo, a poco de te fijas, a poco que profundizas y a poco que vas sacando las capas de adornos que nuestra mente va colocando encima de unas necesidades, esta vez sí, básicas y reales.
Pretender hacer una disertación profunda en una entrada de blog, es eso mismo, pretencioso, pero voy a intentar hacer un esbozo que parte de la base de que somos seres sociales que necesitamos de nuestros semejantes para nuestro desarrollo. Desde la infancia a través del juego, en la adolescencia en esos esbozos de pandillas, comunidades a nuestra manera, y en la edad adulta a través de la familia y relaciones sociales o laborales, vamos incorporando aprendizajes y nos vamos colocando con respecto a otros congéneres de ambos sexos. En todos estos momentos de nuestras vidas, un ojo entrenado y conocedor de la materia, podría ver cómo ocupamos lugares y posiciones y cómo estas cambian con el paso del tiempo, la incorporación de otras personas al grupo y los eventos que suceden alrededor.
Como adulto me resulta más sencillo poner un ejemplo de dinámicas relaciones en una familia con amigos y también resulta sencillo hacer un símil con una manada de lobos, pues se estructurará de manera similar.
En este ejemplo, un macho “alfa” formará una familia con una hembra “alfa”, ella en edad y capacidades reproductivas, él también. En los humanos, y antes de comencemos con letras griegas y demás definiciones asentadas que no es lo que quiero reflexionar aquí, el término alfa no tiene por que estar ligado a un comportamiento enérgico o territorial con otros machos, sino que pudiera simplemente ser un macho proveedor y estable, características que pudieran ser biológicamente atractivas para las hembras, aparte de la genética o aspecto físico.
Alrededor de este núcleo puede haber diversidad de roles o funciones, en este ejemplo, un macho de menor rango copiaría los patrones de comportamiento del alfa, replicando sus patrones en busca de “algo” que le parece que ha conseguido y de lo que él carece. Puede que en un contexto muy primitivo, este macho en principio irrelevante, sea el que trate de derrocar al alfa mediante violencia.
Otro patrón puede ser el comportamiento de macho joven, en muchos casos no necesariamente ligado a la edad. Este macho puede tener pareja, pero su actitud física, verbal y social es parecida a un soltero, trata de ampliar territorio y se mueve en los límites de los núcleos familiares y hembras solitarias. En ese imaginario contexto primitivo, este macho solitario estaría dispuesto a fecundar a cualquier hembra o hacerse con un territorio sin demasiados escrúpulos.
Pueden existir machos adultos que han dejado de competir por las hembras, por alguna razón o aspiran solamente a reproducirse (tener sexo), ocasionalmente con las hembras que los busquen.
En este núcleo ficticio del cual se podrían crear muchas más variables, las dinámicas de funcionamiento pueden ser de lo más interesantes, las luchas por el territorio, las dinámicas entre machos y hembras, los límites, los ideales, todo un compendio de comportamientos que está bajo nuestra piel y que condiciona nuestra vidas, provoca divorcios, depresiones, preguntas extrañas en nuestras mentes y sensaciones que a priori nuestra mente racional desecha.
Pero es lo que somos y pensar que nuestra mente está por encima de nuestro cuerpo o son dos cosas separadas, podría ser incorrecto, así que ahora ya podemos ir dando respuesta a nuestras sensaciones biológicas desde ese cerebrito que tanto nos gusta usar para diseccionar la vida de los demás.
Y si crees que lo que digo es un montón de tonterías, te invito a fijarte en las personas que te rodean y a hacer esta sencilla comparación con una manada de lobos. Te sorprenderá…
Auuuuuuuuu!
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