Budy se cambia de Rincon, se levanta, se despereza, se sacude los pelos viejos y se mueve a otra esquina. El procedimiento: el mismo de siempre, pero diferente.


Diferente en cuanto a que es posible que haya mas filosofia, que sea mas existencialista, que cada relato esté mas cuidado y se haya diseñado para llevarte a algun lugar donde Budy estuvo, mas veces en el plano psicológico o espiritual que a lugares que haya ido fisicamente, asi que no esperes que me vuelva un especialista en viajes que no sean dentro de mi.


Y es que en este viaje llamado vida uno va, viene, crece, se encoje y se expande, trata de encontrar sentido al sinsentido, de crecer para volver a encontrarse con el niño que algún dia fue, con sus sueños, deseos, trabas, dificultades y aprendizajes, a traves de lo que parece pero no de lo que es.

Y en esa busqueda uno baja y baja a las profundidades del pozo mas oscuro, de la tristeza mas absoluta, de la apatia, del sinsentido de vivir rodeado de todo y sin amar nada, atado al mundo de sufrimiento, de la compulsividad, del sobrepensamiento, de la sobreinformación, del mañana y el ayer en el hoy.

Y no hay muchas opciones, o pereces en el intento o sales, o transformas cada célula de tu cuerpo en el problema, que es lo mismo que perecer... Si sales, lo haces con una nueva herramienta, una navaja suiza que te permite sobrevivir a múltiples circunstancias, una hecha del mejor metal, afilada por el mejor herrero, capaz de cortar las antiguas estructuras de tu mente, capaz de apretar las tuercas de la realidad, de sentirla en el ahora, de hacer aquello a lo que sabes que has venido a hacer.

Por fin. 

Y merece ser contado.


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