Descubriendo la economía circular.

 ¿Te suena el término economía circular?

A mí tampoco hasta hace poco tiempo, y si eres de los que busca una definición técnica puedes buscar el término en la Wikipedia, pero si te apetece leer un rato, te daré mi visión personal de tal cosa, una de las ideas más bonitas que he visto últimamente en cuanto a la generación de proyectos y también como no, como filosofía personal.


  Para ponernos en contexto debemos echarle un vistazo al mundo que nos rodea, este precioso planeta azul, verde, dorado, este lugar en el que convivimos con unas cuantas especies más y que en nuestra condición de seres pensantes estamos modificando constantemente para cualquier cosa. Vivimos en una sociedad de consumo, en la que trabajamos para poder pagar aquello que necesitamos o que deseamos y algunos de nosotros fabricamos, formando así una gigantesca colmena que se alimenta de un planeta que tiene unos recursos limitados, pero que de momento es capaz de mantener a la mitad de su población con mucho más de lo que necesita y a la otra mitad con mucho menos.
  Así, nuestras empresas hacen aquello que nos facilita la vida, te venden los plátanos pelados, el tomate cortado, la lechuga limpia en su dosis justa, coches conectados, móviles y ordenadores cada vez más novedosos, mas conectados y usan al señor marketing para que todo eso nos sea más fácil de asimilar. O así era hasta hace poco, pues en esta sociedad hiperinformada, nosotros mismos nos creamos las necesidades y acudimos a satisfacerlas cada vez más por nuestra cuenta.
Quizás te estás preguntando que es lo que tiene que ver todo eso con la economía circular, y también estés pensando que cada uno de los temas que he mencionado (y los que voy a mencionar) den para abrir un debate individual para cada uno de ellos. Buena pregunta... Verás: todo ese ritmo de compras y obsolescencia programada, o al menos programada en nuestra mente, crea toneladas de desechos que nuestros ojos no ven...hasta que hay una huelga de empresas de recogida de basura. Ahí podemos ver lo que generamos, pero es posible que se nos olvide cuando todo vuelve a funcionar de nuevo. Pero nuestra mente entrenada y selectiva no soluciona el problema. Toneladas de plástico acaban en el mar, nuestro mar y mar de millones de especies que tienen el mismo derecho a la vida que nosotros y de las cuales, para colmo, nos alimentamos.

En los países “ desarrollados “, la gestión de los residuos, lejos de ser ideal, aparta estos de la vista, pero en los menos avanzados eso no pasa y puedes verlo en las orillas de los ríos, en las playas, en las cunetas. Les vendes el plástico, pero no saben o no pueden gestionarlo, con lo cual el basurero “comunitario” es la esquina más apartada.
Y el plástico es sólo uno de los problemas, quizás el más visible (flota y lo arrastra el viento, siempre vuelve, como en el anuncio) pero el impacto de la sociedad de consumo es mucho mayor. Hace poco un amigo se escandalizó de las cantidades de contaminación y el consumo de combustible de los buques de transporte de mercancías, esas gigantescas chimeneas que traen nuestros deseos desde la otra punta ta del mundo. De nuevo miramos hacia el otro lado, y este parece que sea el problema real. El otro lado. .


  Hace poco una compañera de trabajo le contaba una cosa de lo más interesante. Su abuela, mujer de una generación diferente sin duda, usaba los periódicos viejos para fabricar “troncos” de papel, los humedecía y los prensaba dentro de un trozo de tubo de PVC, los secaba y luego alimentaba la chimenea con ellos. El comentario de mi compañera al finalizar el relato también deja constancia del cambio generacional “ Ella tenía tiempo, claro…” Y casi sin querer os he puesto un ejemplo de economía circular, de aprovechamiento de residuos y de paso, una idea, si tienes estufa y quieres probar.




Puede resultar fácil mirar hacia el otro lado, pero ese lado también se llenará de basura algún día si seguimos a este ritmo, y como todo lo que realmente merece la pena, debes empezar tu mismo, no hace falta que las autoridades te lo pongan a tiro. Nosotros, las gentes de a pie podemos reducir el número de envases que usamos, podemos apoyar a las personas que tienen ideas buenas, innovadoras e incluso transgresoras, podemos poner en valor aquello que es respetuoso con la vida, muchas cosas que hacían nuestros abuelos o nuestros padres con las manos o de manera tradicional, podemos valorar el trabajo de las personas y no fomentar la esclavitud, ni aquí ni en ningún lugar del mundo, podemos compartir cosas, ayudarnos, reutilizar,  dar valor a nuestras necesidades por encima de las modas o las novedades. Las instituciones, por su parte tienen algunas iniciativas, cuando menos, curiosas.

Desde el otro día, en mi supermercado habitual, la mujer del cajero me cobra la bolsa por iniciativa del gobierno, además si decido llevarme una, me mira con cara de pena, y yo, inseguro de mi, siento que en ese momento frente a la cajera estoy acabando con el mundo por esa misera bolsa que lleva dentro unos diez artículos, cada uno de ellos envuelto en plástico y que la señora del super, la marca y el gobierno parece que no ven. Podemos dejar de mirar al otro lado y tomar consciencia, hacer conscientes a nuestros hijos. Podemos replantearnos si estamos yendo hacia adelante o hacia atrás.
Y creo que e mejor poder, que deber...

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