Gastroruta por el occidente asturiano.

   Últimamente hago lo que me manda Jose, no me explico por qué (y que no se entere mi mujer...), pero me compré la moto porque el me envió un enlace, me planteo un crucero porque él me lo recomendó y podría seguir en una larga lista de cosas que hago por influencia de este hombre, pero tranquilos, todavía no le he dado los datos de mi cuenta...

La V en el mirador .

    Bromas aparte, el citado Jose me propuso una rutita para el fin de semana, la cosa prometía, pues se trataba de una ruta que transcurre por una parte del occidente asturiano que no conozco demasiado, tenia una duración correcta para un día e incluía un menú degustación de comida típica. Asi que propuesto a mi señora y aceptada la propuesta, comunicamos nuestra asistencia al evento.
    Partiríamos de Xove a las nueve de la mañana para reunirnos en Burela con dos motos mas, una ZX 10 y una Suzuki 1250 y luego en Foz a otro compañero con una GSXR 750 que nos esperaba en la rotonda a la salida del pueblo y llegar a Ribadeo hacia las 9.30, reunirnos con el grueso del grupo, que salia de allí. Ni que decir tiene que les costó sudores seguir a la V para llegar a destino...

    A la llegada a Ribadeo nos esperaba una parte del grupo en la terraza de un bar, como siempre, sana costumbre,la mayor parte fueron llegando "al borde" de la hora de partida, lo que nos dio tiempo para un café, ir saludando a los presentes y realizando las presentaciones de rigor. Por motivos laborales ya conocía a varios de los participantes y el ambiente era francamente agradable. Desde el café en la terraza la llegada de las motos fue el pequeño espectáculo de primera hora. Allí se fue congregando un variopinto grupo en el que había de todo: dos V Strom (un paisano tenía una en color naranja muy chula), varias Pan European y BMW turísticas, R1, Zx10, Z 750, Ducati Monster, etc, gente de todas las edades y algo que siempre es agradable de ver, tres chicas piloto. Nos ponemos en marcha en dirección  a la Pontenova, donde se unirán mas motos al grupo, en total 30 personas y unas 24 motos, toda una tropa en busca de comida asturiana...


 
   La carretera en principio es ancha y bien pavimentada hasta la Pontenova, luego se estrecha y las curvas se cierran conforme subimos hacia el siguiente pueblo donde pararemos, Taramundi, allí reunificación del grupo, café ( algún atrevido se tomó una caña...) y partida hacia la presa de Grandas de Salime, un lugar con unas vistas impresionantes del embalse. Vistas compartidas durante toda la ruta, francamente es una zona que merece la pena ser visitada, por la belleza visual, el atractivo de los pueblos, rescatados de otro tiempo con muy buen gusto, rodeados de impresionantes montañas y profundos desfiladeros, donde el juego de luces hace que en cualquier momento del día quieras maravillarte de su belleza, en este caso otoñal, con las últimas luces del verano.

Primera parada en Taramundi.

   Luego parada en el mirador del embalse, con pinchito de reposición y una estupenda terraza en la que nos vino a recibir un gigantesco mastín, blanco como la nieve y que nos acompañó, presumiblemente con vistas a conseguir un pincho, donde la charla fluiría sin pausa de no ser porque la hora de comida se nos echaba encima y todavía quedan unos kilómetros.
    El embalse es impresionante, toda una obra de ingeniería de la época y bastante bajo de nivel en esta época del año. Un poco mas abajo, ya en la provincia de Lugo, fue noticia por dejar un pueblo anegado al descubierto, en el concejo de Negeira de Muñiz.

Paradita en el alto del palo.


La siguiente parada fue para la foto, en el alto del Palo, que con sus 1146 metros nos refresca un poco la ruta y de paso, nos abre el apetito. De nuevo en marcha hacia Pola de Allande, a comer al restaurante La Allandesa, con su cocina de muy buenas críticas por parte de algunos de los presentes y que al menos mi estómago ha tomado con gran expectativa...

La foto ( faltan casi todos...)
El mirador y la presa, al fondo.


   La caravana de motos entró en Pola de Allande ante la sorprendida mirada de sus habitantes, algún atrevido les deleitó incluso con algún acelerón para amenizar, cruzamos las calles y ordenadamente aparcamos en el único sitio en el que nos parecía que cabíamos todos, el parque. El restaurante esta al otro lado de la calle, asi que...¡ A por ellos !. Ellos eran difíciles de vencer...el que mas y el que menos, a pesar de ser tipos duros, capaces de comerse cantidades enormes y beberse galones de cerveza, acabó lleno hasta arriba, sobrando comida para unos cuantos viajeros mas. Y es que llegamos a la mesa y ya teníamos esperándonos un riquísimo paté de morcilla y chorizo, que nos preparaba para el potaje asturiano, con su chorizo, su tocino y su morcilla. Con esto, algunos ya teníamos mas que de sobra, pero al llegar la fabada, típica de la zona, pues había que intentarlo! Todo excelente y aunque llenos, no podíamos dejar de probar el pudin de verduras con tomate, jeje, este mas "ligerito" y buenísimo. Toda la mesa resoplaba intermitentemente ante tanta comida y lo buena que estaba, y eso que aún me he dejado el repollo relleno, el cachopo, la costilla asada y los postres variados, en fin, muy recomendable si no tienes que conducir mucho después... 

El rico repollo relleno.



   Mientras comíamos animadamente comenzó a llover, por desgracia se cumplieron los pronósticos y, aunque no de forma muy copiosa, las primeras gotas nos avisaban de lo que tendríamos en el camino de regreso. Con pesar (o pesadez) salimos hacia Luarca, bajo lo que eran unas gotas al principio y que se transforma en una espesa y lluviosa niebla a los pocos kilómetros y nos acompaña durante todo el camino. Este se torna bastante complicado, la carretera es realmente estrecha, con curvas ciegas y sucias, algunas llenas de hojarasca y otras llenas de barro y excrementos del ganado, la llovizna y la niebla reducen bastante la visibilidad, acumulándose en el casco en forma de incómodas gotas que debido a la baja velocidad que llevábamos, se quedan en la pantalla. Bajamos el puerto muy despacito, la verdad, llegar a Luarca y tomarse un café fue hasta necesario. Aprovechamos en este punto para darnos una vuelta por el puerto y ver los destrozos causados por el temporal en el museo del calamar gigante, una gran pérdida la colección mas completa sobre tan fascinante criatura y una muestra de la tremendo poder de la naturaleza.



   Este fue el punto en el que nos reunimos y a la vez el de despedida, desde aquí cada uno partía hacia su casa, con la sensación de haber pasado una tarde estupenda en un sitio precioso, comiendo como reyes y con gente muy maja. Esta vez ya por autovía y con la noche en los talones, regresamos con una sonrisa en los labios, felices con la V , menos hambrienta que nosotros, repostamos después de 380 km y con dos litros todavía en el tanque cumplió mas que de sobra en cuanto a consumo, comodidad y buen trato para piloto y pasajero en todas las condiciones que se nos dieron durante la ruta, así que cansaditos y con buenas sensaciones, nos quedaremos a la expectativa de la proxima ruta que organicen estos chicos. Un placer!

   

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