El guante del destino.
No es que me de aires de
importancia como Thanos, pero se me ocurre cierto juego de palabras que bien
podrían unir al famoso personaje de Marvel con mi persona...al menos estamos
unidos porque los dos solo tenemos un guante…
Mis guantes de moto de
verano no es que sean gran cosa, pero son ligeros, cómodos y van a juego con
los de mi pareja. Los compré hace un par de años en un outlet on-line y como
los veranos gallegos no es que duren mucho, estaban prácticamente nuevos.
Mi madre, como cualquier
otro dia me encarga un recado en el pueblo de al lado, ocasion como otra
cualquiera para arrancar la V strom y hacerle unos kilómetros, así que chaqueta
ligera, guantes de verano, casco de batalla y allá vamos.
Llegar al supermercado a
primera hora de la tarde tiene de bueno que aparcas si o si (si quieres, claro)
frente a la puerta, y eso hice yo, dejando la moto a escasos tres metros de las
puertas automáticas de entrada; me bajo, me quito el casco, los guantes los
meto dentro de este y desabrocho la chaqueta para no parecer terminator frente
a las cajeras. Con paso decidido avanzo a la estanteria de las conservas en
busca del atún en idem que me habían encargado. No tardo en dar con el, y
mientras me agacho para cogerlo, recuerdo que no tenemos café en casa...con el
casco y el atún en una mano me dirijo a la estantería del cafe y coger un
paquete. Con la sensación del deber cumplido y a paso ligero para que las
estrategias de marketing aplicadas por la cadena no me hagan salir con
galletas, chicles u otra cosa a mayores, llego a la caja.
Suelto allí mi carga, casco, atún,
café y un guante: está todo. Ummm...espera...café, atún, caso y solo un guante?
Le comunico a la chica de la caja que yo siempre llevo dos guantes, como informando
de una obviedad o tratando de ocultar mi vergüenza por ir por el mundo con solo
un guante, a lo que ella asintió encogiéndose de hombros. Le digo que voy a
buscarlo mientras siento que me mira y de nuevo se encoge de hombros. No puede
estar lejos, solo estuve en el pasillo del atún y en el del café.
Mi mente me recrea una y
otra vez encontrando el guante frente a la estantería de las conservas, hasta
que llego y no está… luego me imagino un feliz reencuentro con el frente al
expositor del café, pero tampoco. Siento que se me aflojan las piernas y ganas
de interrogar a la cajera más a fondo, quizás no se ha dado cuenta de la
importancia que tiene un guante, quizás debería ser más enérgico, o llamar al
encargado...seguro que me lo han robado para luego mofarse de mí por circular
por el mundo con un solo guante, me grabarán en video y seré viral…
Vuelvo al mundo real y a la caja. Le
explico a la chica que de alguna manera me ha desaparecido el guante, que si lo
encuentra o alguien lo deja por allí, lo guarden para cuando vuelva, pago y
salgo al aparcamiento a revisar los alrededores. Nada…
Volví horas después,
esperando que un cliente lo hubiera recogido y dejado en la caja, que la broma
o mi ceguera se hubieran disipado, pero nada. A los pocos días mandé a mis
padres en misión de reconocimiento, con resultados infructuosos. Se que el
destino le deparaba algo diferente a ese guante, quiero pensar que nos dejó por
una buena razón, por algo más grande que quizás no alcanzamos a comprender y que
tengo que aceptarlo.
Pero coño...que raro,
¿no?
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